Con gran energía y entusiasmo, Ilaria aportó sus conocimientos de huerta y se implicó en reparaciones y mejoras, siempre dispuesta a coger cualquier herramienta. Participó en la creación del rocódromo de diseño Jardín, colaboró en el montaje y mejora de gallineros y acudía con interés cada día a las huertas de Fuente Bermeja, donde disfrutaba especialmente del trabajo manual.
Actualmente, ya de regreso en Italia, Ilaria trabaja en una empresa de apicultura. Esta experiencia enlaza con lo vivido durante su voluntariado en Burgos, donde realizó un taller con el alumnado del CEIP Virgen de la Vega, en Santibáñez Zarzaguda, dando a conocer el fascinante mundo de las abejas y su papel fundamental en la polinización y en la preservación del ecosistema.
Ilaria ha podido participar como voluntaria en Huerteco gracias al apoyo del Cuerpo Europeo de Solidaridad y Brújula Intercultural, que hacen posible que jóvenes de toda Europa vivan experiencias transformadoras en nuestra tierra.
Hoy queremos poner en valor su compromiso y su ejemplo de cómo el voluntariado abre caminos de aprendizaje, comunidad y acción transformadora.
ENTREVISTA:
¿Qué te motivó a unirte como voluntari@ con Huerteco?
Elegí huerteco para mi voluntariado porque además del huerto, que siempre ha sido algo que he estudiado y me interesaba aprender más, también tuve la oportunidad de ver la educación ambiental en los colegios, que me interesaba entender un poco, y los otros proyectos como lo de la gallina castellana.
¿Cuáles son las lecciones más importantes que has aprendido durante este año?
Durante este año aprendí mucho, sobre todo a trabajar la madera, que era un tema totalmente nuevo para mí a diferencia de la huerta.
¿Qué desafíos enfrentaste y cómo los superaste?
Una dificultad que encontré fue en el montaje del rocódromo de madera para los niños, pero después de lograrlo con la ayuda de José quedé muy satisfecha.
¿Cómo ha cambiado tu perspectiva sobre la agricultura y la sostenibilidad?
Mi perspectiva sobre la agricultura y la sostenibilidad ya era muy positiva, pero gracias a esta experiencia fuera de mi país ha aumentado aún más.
¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con otras personas voluntarias y miembros de la comunidad?
Trabajar con otros voluntarios de otras nacionalidades sin duda me ayudó y personalmente me llevé muy bien con todos ellos así como con el equipo de Huerteco.
¿Hay algún proyecto o actividad en particular que hayas disfrutado más? ¿Por qué?
Todo lo relacionado con la carpintería, porque nunca lo había hecho y me apasiona, suena contradictorio pero una de las actividades que más disfruté fue montar el rocódromo infantil de madera porque a pesar de las dificultades y todo el tiempo que nos llevó verlo crecer poco a poco fue maravilloso y una vez terminado no me lo podía creer. También tuve la oportunidad de participar en talleres en colegios y con Adacebur, algunos de ellos me parecieron realmente interesantes como el de cómo hacer crema con caléndulas y en el que hicimos velas con cera de abeja.
¿Has cambiado tus hábitos alimenticios o de consumo, a raíz de tu experiencia en la huerta?
Mis hábitos alimenticios no han cambiado mucho, ciertamente el hecho de trabajar en un huerto y tener verduras fresca cultivadas allí me estimuló a comerla más.
¿Tienes planes de seguir involucrado en proyectos relacionados con la agricultura o la sostenibilidad?
Definitivamente sí, así es como veo mi futuro desde que era una niña.
¿Hay algún momento o anécdota que te haya marcado especialmente durante este tiempo?
Un momento memorable fue cuando con parte del equipo huerteco hicimos una actividad y fuimos a visitar una cantera no turística (no tiene nada que ver con la huerta) pero creo que lo recordaré el resto de mi vida, un subidón de adrenalina antes de entrar que era absurdo y una vez dentro indescriptible. Y luego por supuesto la amabilidad y confianza que me mostraron los usuarios y todas las comidas que organizamos juntos el la cual disfrutábamos y compartíamos.





















