Durante 12 meses, Sofia se implicó en proyectos de educación ambiental y actividades al aire libre, aportando su energía y creatividad al equipo. Actualmente continúa su formación con un máster en Psicología de las Relaciones Interculturales, convencida de que el voluntariado es una herramienta poderosa para tender puentes entre culturas y personas.
Apasionada de la lectura, la escritura y la música, Sofia también disfruta del crochet, la escalada, la cocina vegetal y los paseos por la naturaleza. Aunque reconoce que el frío burgalés no es su favorito, lo afronta con humor y con la satisfacción de haber trabajado en contacto con la tierra y la comunidad.
En la entrevista que sigue, Sofia nos cuenta en primera persona sus aprendizajes, motivaciones y recuerdos de su paso por Huerteco.
Sofia ha podido participar como voluntaria en Huerteco, gracias al apoyo del Cuerpo Europeo de Solidaridad y Brújula Intercultural.
ENTREVISTA:
¿Qué te motivó a unirte como voluntari@ con Huerteco?
Decidí unirme a Huerteco como voluntaria porque quería ponerme a prueba con experiencias nuevas y aprender cosas nuevas sobre la agricultura. Pero, siendo estudiante de psicología, quería mantenerme un poco en mi ámbito, y los proyectos sociales de Huerteco parecían perfectos por eso.
¿Cuáles son las lecciones más importantes que has aprendido durante este año?
No consigo pensar en una sola lección importante que haya aprendido, porque durante mis días en Huerteco siempre aprendí cosas: desde las técnicas de cultivo, pasando por la complejidad de la organización de una asociación, hasta detalles sobre las gallinas.
¿Qué desafíos enfrentaste y cómo los superaste?
El desafío más grande que enfrenté, creo, fue acostumbrarme a hacer cosas distintas cada día y entender la organización de Huerteco. Pero lo superé gracias a un poco de paciencia y al cariño de los trabajadores de Huerteco.
¿Cómo ha cambiado tu perspectiva sobre la agricultura y la sostenibilidad?
Creo que esta experiencia cambió completamente mi perspectiva sobre la agricultura, porque antes lo que sabía era solo una idealización y ahora sé de verdad lo que significa trabajar en una huerta.
¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con otras personas voluntarias y miembros de la comunidad?
Sea las otras voluntarias como los trabajadores me ayudaron a adaptarme y fueron una compañía maravillosa para el trabajo.
¿Hay algún proyecto o actividad en particular que hayas disfrutado más? ¿Por qué?
Creo que lo que más disfruté fue el proyecto de la gallina castellana, porque me encanta estar con animales y cuidar de ellos. Además, el hecho de llevarlo a los colegios y ver a los niños tan felices de aprender cosas sobre ellas me encantaba.
¿Has cambiado tus hábitos alimenticios o de consumo, a raíz de tu experiencia en la huerta?
Realmente no, porque ya mi alimentación vegetariana se basa en hortalizas y ya era bastante consciente de la importancia de elegir productos sostenibles y de kilómetro cero.
¿Qué consejo le darías a alguien que está considerando participar en el voluntariado de Huerteco?
Le aconsejaría tener paciencia al principio, porque es difícil adaptarse a un nuevo ambiente, con un nuevo idioma y un trabajo que aparentemente puede resultar tan confuso. Y también le diría que pida ayuda a los trabajadores, que son muy cariñosos y siempre están disponibles.
¿Tienes planes de seguir involucrado en proyectos relacionados con la agricultura o la sostenibilidad?
Por ahora no; vuelvo a la psicología, pero nunca se sabe en el futuro.
¿Hay algún momento o anécdota que te haya marcado especialmente durante este tiempo?
El momento más memorable es, sin duda, la fuga de la gallina, que se escapó en el jardín del colegio donde la estábamos dejando, y yo y las otras trabajadoras tuvimos que perseguirla incluso por la calle. Al final la cogí yo y, por suerte, no pasó nada malo y quedó solo como un recuerdo muy divertido.
Otra cosa fue una excursión que no tenía nada que ver con el trabajo, pero algunos trabajadores nos llevaron a una cueva que tenía un río. Fue muy chulo poder ver una parte de la naturaleza que normalmente no se ve, con alguien que nos contaba todo sobre las rocas. Me acuerdo de que, cuando salimos de la cueva, muy helados, apareció un arcoíris y fue muy mágico.




















